07 junio, 2011

Una copita de pisco

FOTO: Destilando Pisco (Soledad Marroquín Muñoz)

Fernando se había quedado dormido y ya eran las 3 de la tarde, en casa de su amigo, con el que estuvieron echando unos tragos y se fueron de largo. Carajo, lo que más me jodía era que ya no alcanzaría a votar y tendría que pagar la multa. Lo peor era que era un voto menos para su candidato, justo en la final tan ajustada que se había planteado en esta segunda vuelta…

Parecían demasiados años los que habían trascurrido desde aquella primera vez que estuvo tirando piedras contra la “tombería” que les metió palo y casi lo pescan, sino es porque logró zafarse de su casaca y corrió, sintiendo que una (y después varias) gotas de sudor frío le bajaban por la espalda, como si estuviera en una delicada operación que no había sido otra cosa que haber protestado con los estudiantes de su universidad por el alza de los precios de productos de primera necesidad.

En casa de Felipe almorzaron como de costumbre, con el gusto de haber hecho las cosas con tiempo, de haber preparado un agradable almuerzo, aunque no lo pudieron compartir como hubieran querido. Aunque no se podía tomar por la ley seca, no faltaba una copita de pisco para bajar el almuerzo, pero medido nomás, para ser respetuoso de las normas, además por los chicos, que aprendan a manejarse dentro de lo adecuado.

¿Qué le habría pasado a Fernando? Al menos para el flash de las 4 p.m. estaría por la casa y podrían darse un gran abrazo de júbilo si ganaba su candidato. Si ganaba, porque la cosa estaba muy reñida y hasta se hablaba de fraude. Entre grupos de amigos se había generado enconos; muchas familias se habían dividido acremente por una u otra candidatura, la cosa estaba muy tensa.

Campeó el mutismo para algunos, puesto que su chamba podía correr peligro o se podía sentir que era “una cagada” hablar de por quién se iba a votar, sabiéndose que ambas candidaturas generaban anticuerpos. No sé si del todo justificado, pero las experiencias en torno a ellas establecían posturas rígidas, ya fuera de aceptación o de rechazo. Los medios de comunicación se habían vuelto más agresivos que los propios candidatos, al punto que se parecía mucho la escena de una dictadura ya vivida con los medios controlados; mejor dicho, autocontrolados, ya fuera por amenazas de distinto calibre y quien sabe qué cosas… ¿algún videíto oculto e inoportuno con el cual se ejercía chantaje (vaya uno a saber)?

Lo cierto es que fue mi hijo el que más gritó el triunfo del Comanche; así le decían al candidato de mi preferencia. También me alegré, aunque asumí una actitud sobria, devolviéndome a un pasado nuevamente de tres décadas y más atrás, cuando hubo posibles efluvios de unidad de la izquierda y aparecía como una alternativa de cambio radical, emparentada con corrientes internacionales del socialismo. Pensar que todo ello había quedado atrás y, ahora, lo único internacional que se admitía era la ideología neoliberal, la dictadura del mercado, incluso por encima de las formas democráticas. Herencia de los gringos seguramente, acostumbrados a tratarnos como su real “patio trasero”.

Nos tomamos otra copa de pisco para asentar esta vez el triunfo casi inobjetable del Comanche. Ya no lo alcanzarían ni con ayudita de Montesinos suelto u operando igual desde su celda. La distancia era suficientemente clara y generalizada entre todos los que dieron adelantos de los resultados que simplemente inhibió otra posibilidad, por más que se hubiera pensado o buscado. Hubo voces que los militares del alto mando se habían encuartelado “por si acaso”; el propio presidente pareció sufrir de alguna crisis de nervios y prefirió la actitud ”madura” de ya no aparecer en los medios, ni siquiera para saludar el triunfo del claro ganador; por supuesto, la contendora decidió esperar los resultados oficiales, pese a la evidencia del resultado; tan así que contagió de escrúpulos al propio ganador, quien casi se olvida de celebrar o agradecer a tanta gente y más de la mitad de la población por su triunfo.

En eso llegó Fernando… tío la hicimos, ganamos, derrotamos a la mafia, conseguimos lo que en tanto tiempo no se pudo y se volvió una broma de mal gusto, una caricatura, sobretodo con lo que tuvimos en la década de los noventas… Pucha, pero no puedo estar igual de feliz que todos. No llegué a votar, fui un tonto, por estar chupando. No podré gozar por igual del triunfo, no colaboré al triunfo con mi voto, que cagada, cómo me tenía que dormir y estar tan lejos de mi centro de votación… Cha pero la pasé bacán anoche, ah, estuvimos por Huaura y Huacho. No era de hacer nada fuera de lo normal, pero el frío y esa jaranita que encontramos con tu cuñado, fue tremenda.

¿Ya parece que van a dar los resultados del “conteo rápido”? A ver escuchemos, aunque todavía dicen que es al 81%, nos van a tener un rato más especulando, como si fuera bueno estar en vilo de cómo se determina el resultado final. Pero tío, ¿no decía que ya estaba definida la cosa? De cierta forma sí, pero mejor es tenerla bien segura, no vaya a ser que quieran voltear el pastel y la fregamos. ¿Qué sería? Así se arma una trifulca que no sabemos a donde nos llevaría, ojalá que las cosas se encaminen de buena manera. Porque la gente en distintas partes del país ya está celebrando y consideran que la cosa ya se definió.

Bueno sobrino, una nueva copita de pisco para consolidar nuestra alegría del triunfo logrado. No más, porque es mejor estar lúcido y mañana hay que chambear. Además, creo que desde ahora tenemos que dar otra imagen de lo que corresponde a la izquierda y al nacionalismo. Primero, mostrar que sí podemos ser gobierno, con responsabilidad y acierto. Segundo, que tenemos mejores capacidades de llegar a los sectores más pobres y no con dádivas sino con mejores posibilidades productivas y de desarrollo, podemos hacer distribución y no sólo “goteo”.

Tercero, podemos gobernar fortaleciendo las instituciones democráticas; más bien, le vamos a enseñar a la “derecha” lo que significa construir democracia, participación popular, fiscalización constructiva, resolver los problemas y conflictos en diálogo, y tantas cosas más. En cuarto lugar o como sea, generar un crecimiento cultural de nuestro país a todo nivel, lo cual abarca una mejora cualitativa de la educación pero significa cultivar nuestro espíritu creativo y emprendedor en todas las dimensiones de nuestro ser persona, regenerando nuestra identidad, autoestima y capacidades. Verás que eso revoluciona todo lo demás. Pero también hace falta que nos dejemos de envidias y descalificaciones; todos somos necesarios en la construcción de nuestro país, para los cambios que necesitamos hacer; todos somos necesarios en las distintas funciones y posibilidades de trabajo que se van a plantear.

Sabes sobrino que hubo alguien que me llamó romántico por cosas como las que te digo… Casi se molesta otro porque aludí a Mariátegui con esa frase tan hermosa de “conquistar el pan y la belleza”. Hemos pasado unas elecciones no tan tensas como otras; como decía un analista, las tensiones se situaron en las élites pero no fueron expresión de serios conflictos sociales… felizmente. Los finales del “fujimorismo” de los 90s sí fue bravo. Ahora tenemos mejores condiciones y podremos dar un mejor inicio. Cha tío, usted debiera meterse a la política un poco más, de verdad, ¿no cree?

Antes de irse a dormir, Felipe se tomó otra copita de pisco; la verdad que le vino muy bien y durmió profundamente, sabiendo que estábamos abriendo una nueva página, no escrita, por escribir.

Gabriel
6 de junio 2011

Publicado en blog Horizontes

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