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Hannah Arendt afirmó que el hombre es incapaz de deshacer sus acciones, pero tiene la facultad de perdonar. “Sin ser perdonados, liberados de las consecuencias de lo que hemos hecho, nuestra capacidad para actuar quedaría, por decirlo así, confinada a un solo acto del que nunca podríamos recobrarnos¸ seríamos para siempre las víctimas de sus consecuencias”[1] Históricamente hemos desperdiciado sistemáticamente el valor del perdón y la reconciliación (P & R) relegándolos a temas religiosos y de ética personal. Han sido necesarias las reiteradas guerras, los abusos y la violencia de todo tipo y las más recientes comisiones de la verdad, instauradas en diferentes países, para que se haya empezado a pensar y estudiar el P & R como elementos o fuerzas que pueden ayudarnos a vivir mejor. Se hace indispensable liberar al ‘Perdón’ de la cautividad religiosa e ingresarlo entre las virtudes políticas… y del crecimiento de las personas. P & R están en nuestros días en la frontera entre la ética y la política.