A propósito de la celebración planteada, queremos resaltar algunos elementos que nos parecen pertinentes de tener presente:
- Recordar que, como comunidades laicales ignacianas, somos parte de la Iglesia de Jesucristo y Él es nuestro centro: es Dios hecho persona, como parte del profundo misterio de la Encarnación. Somos ante todo, comunidades cristianas, como en el caso de la CVX nuestro propio nombre lo indica.
- Jesús, hijo de Dios, nos enseña a vivir nuestra fe en comunidad: “Y subió al monte, y llamó a los que Él quiso, y ellos vinieron a Él. Y designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios”. (Mc. 3, 13-15). Aspiramos a una fe personal que se cultiva desde la comunidad, pero no se trata de una experiencia individualista.
- El seguimiento de Jesús es diverso y está llamada constantemente a inculturarse. La experiencia de Pentecostés y la “venida” del Espíritu Santo nos conduce y nos sitúa en un mensaje para todas las naciones, hablando el lenguaje de cada cual.
- Predicar y testimoniar el “reinado de Dios” genera diversos carismas, distintas formas de ser Iglesia. Una de ellas –como otras- será la de Ignacio de Loyola, hace 5 siglos. Pues, de 1540 data la fecha en que fue reconocida la Compañía de Jesús – CJ (por el Papa Pablo III).
- Nuestra Iglesia la hacemos todos. Muchas veces o principalmente somos los laicos quienes hemos tomamos la iniciativa. Es la experiencia del mismo Jesús. El propio Ignacio hace primero su experiencia como laico (1529 toma la decisión de dedicarse a “servir almas”; hace estudios y peregrinaciones). Concluye fundando una congregación religiosa.
- Como parte de la labor de la CJ, se promueve y dará lugar a reuniones de laicos que se denominarán Congregaciones Marianas (como ya se ha dicho, la primera sería constituida por Jean Leunis en 1563): lo “mariano” recoge el especial amor a la virgen María.
- Estamos ante el itinerario de un camino cuyo concepto inicial (propio de aquella época) fue la de servir de soporte a las labores que realiza la jerarquía y organizaciones de religiosos/as a diverso nivel, bebiendo del discernimiento y de los ejercicios espirituales.
- En el siglo XVIII (1773) se da la suspensión de la CJ: las Congregaciones Marianas continuaron bajo la responsabilidad de los obispos en cada zona correspondiente y de diverso modo. Algunas se mantendrían fieles a su identidad de origen; otras generaron mixturas; otras también se terminaron diluyéndose.
- Vaticano II: genera un cambio “copernicano”, de “180 grados”, una mirada muy distinta de nuestro ser Iglesia y de nuestro ser cristiano. Nuevamente recuperamos que todos podemos reconocemos hijos de Dios y somos “pueblo de Dios”. Todos estamos llamados a una misma misión en el mundo. Todos estamos llamados a colaborar por igual a esa misión. Todos debemos buscar hacerlo al modo como Jesús nos enseñó.
- Se genera tiempos de cambio a diverso nivel en nuestra Iglesia. También se manifiesta en la conversión de las Congregaciones Marianas en CVX (Comunidades de Vida Cristiana), lo cual encierra al menos que:
° Todos somos una misma comunidad que se reconoce en Cristo.
° Recogemos como muy valioso el aporte de los Ejercicios Espirituales para hacer un itinerario de vida: vocación – misión (Espiritualidad).
° Necesitamos de una formación constante: centrada en el crecimiento de la persona; integración fe y vida; compromiso y solidaridad; apostolados concretos. - Recordar que somos parte de una larga tradición, la cual nos invita a hermanarnos mejor, a tener un espíritu más abierto en nuestro mundo cambiante, a sabernos situar en él (al modo de Jesús) y obrar en consecuencia.
- Necesitamos hacer crecer nuestras comunidades. Pidiendo al Padre como Jesús lo hace: “que todos sean uno como nosotros” (Jn. 17,11). Cuidando de nuestras comunidades, como expresión de su amor y sentido de convivencia. Como lugar de alimento e inspiración para nuestro actuar cotidiano. Como sentido de comunión y unidad.
- Somos comunidades para la misión y no sólo para “sentirnos mejor” o quedarnos quietos en nuestra bondad o en creernos justos. Tener siempre presente las palabras de Jesús: “yo los envío como ovejas en medio de lobos” y debemos saber ser “mansos como palomas y astutos como serpientes”. Así mismo, el que siempre estamos llamados a amar y a manifestar nuestra alegría de ser cristianos.
Guillermo Valera Moreno (Coordinador CVX Siempre)
Magdalena del Mar, 27 de enero de 2013
Publicado en blog Horizontes
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