Foto: Diario La República |
por Alonso Nuñez del Prado*
El gran problema es que la prensa, la radio y la televisión se han percatado de su enorme poder y han cambiado sus prioridades, que deberían ser las señaladas en el párrafo anterior, por la de pretender mangonear al público y, muchas veces, hasta de gobernarlo, en especial en el plano negativo, es decir, en lo que no se debe hacer. De ahí resulta que la función de informar para que el lector, oyente o televidente tome sus propias decisiones, se haya convertido en un abierto intento de manipulación de la opinión para presionar a las autoridades, con el ingrediente de considerarse a sí mismos (los medios) como la opinión pública. También se usan para estos fines las encuestas, de las que se resaltan ciertos aspectos, con intencionalidad que no es evidente para todos los niveles, por lo que deviene también manipuladora.