Aveces podemos dar “falsas” impresiones (o distintas a las que quisiéramos) sin proponernos ello. No es un asunto de buena o mala voluntad. Ocurre que por querer ser mejores terminamos “creyéndonos” mejores y juzgando “al resto” (o creyéndonos con el derecho de hacerlo, porque no son como uno, pues).
Normalmente un camino de vida de fe exigente genera una selección de personas que se suman a un mismo proyecto y no lo hacen todos por distintas razones, ya sea tiempo, dedicación, prioridades, interés, y varios etc. Y ocurre que una experiencia de vida de fe desde una comunidad CVX suele ser algo o bastante más exigente que el hecho de no pertenecer a una comunidad o el quizás estar en una comunidad que básicamente es un grupo de amigos/as o es una extensión de la Eucaristía en la que se participa y se reúne uno a comentar, hacer una oración más extendida, rezar el rosario y poco más.
No menciono que esté bien o mal las características de otros grupos o comunidades de fe. El asunto es que una CVX suele resultar un poco más exigente, porque no sólo considera todo lo anterior sino que intenta incorporarlo a la luz de un accionar un poco más sistemático de vida de fe, acompañamiento, formación, experiencia regular de Ejercicios Espirituales, revisión de vida y otros elementos. Todo lo anterior, buscando centrarse en la misión, teniendo a Jesús como centro de nuestra experiencia, y buscando crecer como cuerpo apostólico de la Iglesia.